martes, 8 de junio de 2010

De Allende a Pinochet: La Guerra de las Imágenes




Las relaciones diplomáticas con Argentina han estado, desde el cambio de mando, condimentadas con un revisionismo histórico añejo y percudido. El cuadro de Allende como prócer americano en las celebraciones del bicentenario argentino, como asimismo las polémicas declaraciones de nuestro embajador ante la Casa Rosada nos retrotraen a un pasado que, para los chilenos, está mas cercano a los libros de historia que a los diarios.

Cada uno de nosotros tiene su propio juicio respecto de la Unidad Popular y el Gobierno Militar. Sin embargo, no es aventurado decir que ambas experiencias resultaron ser sumamente traumáticas para el país. Desde la perspectiva de la izquierda ya hace varias décadas se han reconocido los graves errores cometidos por el gobierno de Allende, como asimismo por los desordenados partidos que lo respaldaban. Hay quienes apoyaron dicho gobierno que hoy lo critican en tanto su objetivo de realizar un socialismo real en Chile resulta antidemocrático de fondo, mientras como otros hacen por considerar que la forma de implementarlo fue atolondrada y desordenada. Lo que nadie discute (aunque a veces es difícil que se reconozca en un fraseo exacto) es que fue un pésimo gobierno. Sus realizaciones fueron exiguas - en el tiempo lo único significativo que quedó del mismo fue la nacionalización del cobre- y el costo social en términos de inflación y pobreza generada fue gigantesco.

Quizá el mayor fracaso del gobierno de Allende haya sido su término. Aun si hubiera sido un buen gobierno en términos objetivos, el solo hecho de que hubiera sido derrocado por un golpe militar nos hace pensar que su manejo político fue, a lo menos, torpe. El no dimensionar el impacto de sus medidas en las Fuerzas Armadas nos habla de un gobierno miope, cerrado dentro de sus propios seguidores, y con una mirada de país limitada. Los militares no surgieron de la nada. Estaban allí cuando Allende llegó al poder, y su asonada no fue sino el reflejo de un vaso desbordado que no fue adecuadamente medido por quién vertía el agua sobre él.

El análisis para el Gobierno de Pinochet es mas difícil, por lo largo del mismo y por sus agudos contrastes. Sin embargo hay puntos de acuerdo básicos: Su falta de respeto a la persona humana, sobre la que se superpuso una visión de amigos-enemigos propia de la guerra fría permeará para siempre cualquier análisis del período. Por muchos que sean sus logros en términos económicos, la relativización del derecho a la vida y la libertad personal dejarán, con justicia, en un segundo plano estos avances. Sin duda que se lograron imponer transformaciones económicas y sociales que perduran hasta hoy, y que fueron de avanzada en su tiempo. Sin duda que la obtención de equilibrios macroeconómicos ha sido la base de la política económica de los gobiernos que lo sucedieron y que la reforma de pensiones eliminó una bomba de tiempo que países mas avanzados que Chile están enfrentando de modo dramático hoy. Sin embargo, el contraste con las violaciones a los derechos humanos hacen que estos significativos logros parezcan mas una excusa que avances reales.

Sin embargo, hoy encontramos las figuras de Allende y Pinochet ensalzadas por sus seguidores. Ambos bandos buscan en ellos o en sus gobiernos, elementos perdurables que permitan proyectar imágenes políticas poderosas en el tiempo. Debemos desenmascarar a estos falaces. No mas avenidas 11 de Septiembre ni Avenidas Salvador Allende. Sus imágenes deben ser eliminadas de plazas públicas y de sitios oficiales, debiendo quedar restringidas a libros de historia y museos. Si, Museos que nos hablen del horror del pasado de nuestro país en que los puentes del diálogo fueron rotos por la intransigencia de los extremistas de ambos bandos. Los Chilenos debemos rebelarnos contra quienes quieren levantar las figuras del pasado macabro que vivimos para construir un futuro. Aristóteles dijo que la política era el arte de lo posible. No levantemos altares a aquellos que trataron de imponer lo imposible, a través de la traición de los valores fundamentales del hombre y la democracia. Y menos, aceptemos que estas imágenes nos sean impuestas desde el extranjero.

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