domingo, 21 de noviembre de 2010

Aristoteles apoya a Segovia

La Asociación Nacional de Fútbol (ANFP) ha dado un triste espectáculo. Una elección llena de acusaciones cruzadas han enturbiado el proceso y ha cuestionado la legitimidad del triunfo de quien fue claro vencedor en las urnas. Partimos de la base de que la ANFP es una asociación gremial y, en principio, responde a sus bases: los clubes y sociedades anónimas deportivas (SAD) que lo componen. En este sentido no es muy distinta de la Asociación de Bancos, la Sofofa o la SNA. Sin embargo, ninguna des estas instituciones generan pasiones públicas tan desbordadas como las que generan los productos que comercializa la ANFP, que llamaremos genéricamente fútbol.

¿Cuál es el mejor gobierno a que puede aspirar la ANFP? Si seguimos a los antiguos filósofos griegos, veremos que ellos distinguían 3 tipos de forma básicas de gobierno: La Monarquía, la Aristocracia y la República. Los tres son formas "puras" a ojos de Platón y Aristóteles en la medida que propendan al bien común. ¿Y qué es el bien común? Este se identifica con la concreción de las aspiraciones del pueblo. Si se rige un pueblo belicoso, el bien común estará en las conquistas logradas; si se está frente a un pueblo que busca el desarrollo cultural, la consecusión de este logro será el bien común. En cambio, gobiernos que no persiguen dicho bien común se transforman en tiranías, oligarquías o demagogias.

Históricamente la ANFP fue una mas, aunque la mas influyente, de las múltiples asociaciones deportivas existentes en el país. Estaba conformada por clubes, todos corporaciones sin fines de lucro, que eran a su vez dirigidos por voluntarios con carácter amateur, que servían al fútbol en sus horas libres. A diferencia de otras asociaciones, el fútbol dió saltos económicos significativos, primero a partir de la recordada Polla-gol, y luego a través de diversos productos, tales como publicidad en estadios y camisetas, derechos de televisión, comercialización de los derechos relativos a la selección nacional y, por último, los derechos del canal del fútbol. Lo que a fines de los setenta se comenzó a denominar "fútbol empresa", se transformó en las SAD, que han llegado a cotizarse en la Bolsa de Comercio.

Esta transición no ha sido nada de pacífica. Ya parece en el olvido que, pese al crecimiento exponencial de los recursos disponibles, las antiguas corporaciones comenzaron a caer como palitroques por efectos de su administración amateur, y los saqueos a sus arcas por parte de dirigentes inescrupulosos. Las deudas comerciales, laborales y previsionales eran, hasta hace pocos años, el pan nuestro de cada día. La solución al problema vino desde la empresa privada. El enorme potencial de la actividad, unido a lo devaluado de sus actores permitió que varios clubes cedieran sus derechos federativos a las SAD. La idea detrás del cambio es que una empresa con dueños conocidos, de caracter claramente profesional, será una mejor gestora de los activos que las corporaciones, con sus dirigencias amateur. Se esperaba que el afán de lucro fuera el que permitiera un desarrollo acelerado del fútbol profesional.

En este marco, las SAD están obligadas a maximizar la utilidad que generan para sus accionistas. Esa es su misión. El rol de la asociación gremial que las agrupa debe necesariamente ser el de coadyudarlas a la consecusión de ese objetivo. Si seguimos a los Aristóteles, el bien común de la ANFP debe ser que los clubes de SAD que lo conforman sean mas ricos. Cuando haya pasado suficiente agua bajo el puente nos daremos cuenta que los modelos de desarrollo que enfrentaron a Mayne-Nichols con los clubes es la dicotomía entre una asociación fuerte frente a clubes fuertes. En el pensamiento de muchos está la idea de que, si los crecientes recursos que genera la ANFP van a los clubes, estos los dilapidarán, tal como se hizo en el pasado. Sin embargo, tal como lo hace la Sofofa o la ABIF, su objetivo no está en si misma, sinó como vehículo para que sus asociados logren sus objetivos. En este sentido resulta tan absurdo consultar al hincha por el presidente de la ANFP, como lo sería preguntar al cliente bancario por el presidente de la ABIF.

¿Y si los fondos se dilapidan? Sin duda habrá tales casos, pero las SAD que realicen una mejor gestión crecerán y, en el largo plazo serán mas rentables. Si miramos al extranjero, veremos clubes de mucho éxito económico y deportivo que han transitado por estrategias diversas. En el camino han quedado otros que no han sido eficientes. Es la ley del mercado que todos pedimos a las SAD que aplicaran cuando los clubes estaban quebrados. ¿Por qué ahora pedirles que actúen de una manera distinta?

Aun en el caso de que nos encontráramos con una actividad en que de consuno sus actores devaluaran sus intereses de largo plazo, debemos dar las gracias por encontrarnos hoy con que los medios, y especialmente el cable, están crecientemente poniendo interés en otros deportes: tenis, básquetbol, golf, automovilismo, etc. Un fútbol devaluado no disminuirá necesariamente la inversión publicitaria que hacen las empresas en el depórte. Quizá sería una bendición para nuestros exitosos tenistas, gimnastas y nadadores.

Este es el real desafío de Segovia, o quien quiera que se haga cargo de la ANFP, y de todos los actores del deporte: saber compatibilizar el desarrollo de largo plazo de la actividad con el legítimo lucro que pueda generar. En este sentido cabe mencionar que, el plazo de duración de las concesiones otrorgadas por los clubes a las SAD, siendo largo, no es eterno, y la proximidad del término del mismo puede generar presiones de beneficios de corto plazo que pueden dañar las instituciones. Asimismo, la institucionalidad debe adecuarse a los nuevos tiempo. La unión de la ANFP con la Federación de Fútbol de Chile, necesaria en tiempos del amateurismo, resulta anacrónica hoy. Es el ojo que hay que poner en los próximos años. En el intertanto, estoy seguro que si Aristóteles mirara la elección de la ANFP tendría claro que sus instituciones actuaron en la única forma en que podían hacerlo al elegir a Segovia.

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