sábado, 1 de octubre de 2011

El Movimiento Estudiantil y la Sociedad de Consumo

El Movimiento Estudiantil en Chile ha logrado movilizar masas como no ocurría en Chile en 20 años. Una juventud que ya por dos décadas era descrita como apática y apolítica, de un día para otro se tomó las calles de Santiago y otras ciudades de Chile, exigiendo reformas sociales y educativas.

Las fuerzas políticas que lideran el Movimiento Estudiantil, que van de la izquierda tradicional al anarquismo y los ultristas, desdeñan del mercado y del neo-liberalismo presente en políticas públicas en las últimas décadas. La sociedad ha valorado el quehacer de los dirigentes en consignas tales como mayor igualdad en la calidad de la educación, gratuidad de la misma, e integración social en las escuelas y universidades.

Sin embargo, este éxito ha escondido algunos fracasos significativos en el intento del movimiento de rebasar los límites del ámbito de lo que podríamos llamar "justicia social educativa". El respaldo social se ha visto mermado en términos relativos, cuando el movimiento se ha visto asociado a hechos de violencia protagonizados por grupos antisistema dentro, o anexos a sus manifestaciones. Asimismo, el apoyo a un fracasado paro general de trabajadores por parte de dirigentes estudiantiles tuvo escaso eco social, permitiendo apenas mejorar en algo la convocatoria al acto final de este evento, sin conllevar ningún beneficio claro para los organizadores, ni sus propuestas sociales y políticas.

El contraste de la asociación del movimiento universitario en Chile en 2011 con aquél de Francia en 1968 no puede ser mas grande. En éste la simbiosis de estudiantes y trabajadores fue casi total. El ideario abarcaba una reforma no sólo política sin de la sociedad toda. Los universitarios apoyaban a los sindicatos y los trabajadores participaban con aquellos en las tomas universitarias. En este sentido, la reforma universitaria era un punto mas dentro del amplio espectro de peticiones del movimiento. 33 años después y a 12.000 kilómetros de distancia, el movimiento presenta un amplio respaldo en una sociedad inmersa en el mundo del consumo y del mercado. El Movimiento Estudiantil encuentra su respaldo en una sociedad sin ideologismos. No son las propuestas de cambio social o político las que hacen popular al movimiento, sino que el interés propio de obtener una educación de calidad sin tener que pagar el costo que esto implica.

El apoyo de la sociedad al Movimiento Estudiantil es hijo del neo-liberalismo y la sociedad de consumo. Proviene de un amplio espectro de familias de clase media, que dispone de auto, pantallas planas y i-phones, pero que consideran que lo que deben sacrificar de consumo para educar a sus hijos es demasiado. Son sectores ahogados por los créditos de consumo de las grandes tiendas y del mercado financiero, y que ven con envidia al vecino que llega con el último gadget electrónico salido al mercado. Son los que están dispuestos a pagar miles de pesos por asistir a un concierto del grupo de moda, y dejarse ver allí por la tribu, pero que consideran que los libros y discos son caros, lo que justifica comprarlos en la cuneta.

Quizá el Movimiento Estudiantil consiga la gratuidad de la educación universitaria, quizá logre eliminar la participación de sociedades comerciales en el mercado educativo, pero difícilmente ello se traducirá en el término de la sociedad de consumo que el neo-liberalismo les ha dado, y que ellos y sus familias viven y disfrutan.

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