lunes, 14 de noviembre de 2011

Oposición pone Lápida a Movimiento Estudiantil

La Concertación junto al Partido Comunista, y los demás partidos de oposición acordaron una postura común para enfrentar el tema educacional. El acuerdo no es menor, en tanto en el convergen vertientes ideológicas distintas en un proyecto programático reformista para el sector.

Mas allá del mérito propio de la propuesta, pone al movimiento estudiantil en una posición difícil, casi terminal. En su frustrado diálogo con el gobierno el Movimiento tuvo su punto de quiebre en el hecho de que el Gobierno no estuvo dispuesto a dar un 100% de gratuidad a la educación. Secundarios, Universitarios y profesores se retiraron de la mesa de diálogo tras contrastar su posición con la de el gobierno en este único punto. No hubo diálogo sobre ningún otro, y no hubo disposición a conversar sobre nada que no fuera 100% de gratuidad, fundado en que la educación es un derecho universal que debe ser garantizada por el estado para todos.

Desde este punto de vista, el que los partidos de oposición planteen la gratuidad para los estudiantes provenientes del 70% mas pobre de la población representa una avance respecto de la oferta del 40% hecha por el gobierno, pero está lejos del intransable 100% propuesto por el Movimiento Estudiantil.

El Movimiento Estudiantil podrá plegarse al planteamiento de los políticos de la oposición, facilitando el trabajo a Camila Vallejos y a los demás dirigentes comunistas, pero con ello estará bajando la bandera ideológica que hizo que el diálogo con el gobierno se rompiera. La propuesta representa un paso en torno a la política de los acuerdos, tan vilipendiada por los estudiantes.¿Cómo justificará este cambio a sus bases? Resulta una posición que difícilmente será digerida por los dirigentes mas ultras del movimiento. La consistencia con sus dichos y hechos lleva necesariamente a pensar que la propuesta debe ser rechazada por el movimiento.

Sin embargo, el rechazo no será gratuito. La opinión pública ha dado muestras de comenzar a agotar su apoyo a un movimiento que se muestra ideológicamente comprometido y poco dialogante. Un rechazo implicará necesariamente una aislamiento mayor del movimiento, incrementando su desapego con la gente. La pérdida del apoyo popular sería el comienzo del fin.

En este dilema surge la posibilidad de manejar una política ambigua del tipo "valoro pero no comparto", u otra actitud acomodaticia. No parece ser el estilo de sus dirigentes, pero al final del día esto es política, y tarde o temprano los vicios de ella contaminarán a estos impolutos dirigentes estudiantiles.

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