lunes, 15 de julio de 2013

¿Es posible vender un Gobierno de Derecha?

Los movimientos políticos de la derecha posteriores a la primaria presidencial de junio de 2013 no hacen sinó reflejar un desánimo generalizado. Una percepción de que la lucha presidencial está perdida y que hay que rescatar lo que se pueda en las parlamentarias, o ir tras las faldas de los sectores mas moderados de la Concertación. Mas allá del innegable arraigo popular de Bachelet, existe una falla sistemática en la forma en que se presentan las ideas de derecha en las campañas. Es lo que algunos denominan "el relato", pero que excede la sola extrategia comunicacional. Aquí van alguna ideas al respecto.

La derecha configura el poder político, económico y social de abajo hacia arriba. Son los ciudadanos y los consumidores quienes toman las decisiones mas relevantes dentro del ámbito que les compete. Suyos son los éxitos del modelo. Cuando el gobierno insiste en sus éxitos en creación de empleo, crecimiento y desarrollo, está reforzando en la mente colectiva la importacia del Estado en estos logros, desmereciendo subsecuentemente el de las personas. Es un tiro en el zapato producido por el narcisimo político. Nunca he escuchado al presidente ni a ningún ministro o subsecretario expresar mínimamente que el éxito económico de los últimos años se debe al tesón de trabajadores y empresarios que han hecho su pega, y que el rol del gobierno consiste en liberar esta fuerzas para que sean lo mas productivas posible.

Si a esta forma de enfrentar los éxitos económicos agregamos otras situaciones que son de innegable interés público, como la superación de efectos de catástrofes (terremoto, mineros, Juan Fernandez, etc.), la conducción de la política exterior (La Haya), la protección de los mas débiles (bonos, post natal, abusos), entre otros, el gobierno ha continuado reforzando en el inconsciente colectivo que el su rol en la actividad pública es lo que define nuestro desarrollo.

El no enfatizar la importancia del rol de los privados en el desarrollo hace aparecer a la derecha como protectora de los poderosos cuando defiende el rol de los privados en la educaión, previsión y salud públicas, en vez de reforzar el hecho de que, con buena supervisión, su rol generará un valor social mayor que el que puede generar el Estado por si solo.

Este error lleva a trastocar la estrategia comunicacional en situaciones menos benignas. Los casos de abusos son los mas significativos. Abuso es el antónimo de uso. Las herramientas de que disponemos para realizar cualquier labor pueden ser mal utilizadas, pero se olvida que su buen uso normalmente es la regla general. Cuando se critica el alto costo (real o supuesto) de las AFP, para sugerir su reemplazo por un ente público, nadie pregunta a los ciudadanos si prefieren que el dinero que tienen ahorrado los administre un ente privado, en una cuenta personal, o si prefieren entregarlo a un ente público, sin seguimiento alguno a los fondos generados, a cambio de una promesa política de que al final de su vida laboral tendrán una recompensa adecuada. En el caso de La Polar, nadie dice que los principales afectados son los inverionistas, y que pagaron caro el error en confiar sus dineros en ejecutivos inescrupulosos. Malas palabras como colusión y monopolio muchas veces tiene como víctimas no solo a consumidores, sinó que a otros empresarios. Cuándo se acusa que algunas empresas no pagan cotizaciones previsionales o impuestos, todos están de acuerdo en que constituyen prácticas contraria a los trabajadores o del Estado, pero nadie las denuncia como una forma de dumping contra otras empresas, que si pagan estos conceptos.

Si queremos defender la ideas de derecha, no sólo debemos reforzar conceptos como "aplanar la cancha" y "fiscalizar los abusos", sino que también, y con la misma fuerza, la idea de que es el hombre y su fuerza creadora, la que define el desarrollo de la sociedad.

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